domingo, 27 de mayo de 2012

¡QUE SE ACABEN ESTAS FIESTAS!

En el momento de escribir esta entrada, aún no han terminado las fiestas de Alcantarilla y ya estoy saturado.

Cualquiera que no sepa de qué va, pensará que el programa de festejos ha sido tan apretado que me encuentro agotado de tanta actividad. Nada más lejos de la realidad.

Ciertamente éstas han sido las fiestas más austeras de la historia de los últimos 30 años. Pero ¿está reñida la austeridad con la calidad? ¿es contrario el ahorro a la diversión?

Claramente NO.

En los últimos diez años hemos podido ver cómo a golpe de talonario o de crédito se han llevado a cabo grandes fastos: conciertos a la última; teatro gratix total; fuegos artíficiales a ritmo de la música. etc. Eran los años en los que se encendían los cohetes con billetes de 50€. Si encima había elecciones, el programa de fiestas se convertía en propaganda electoral en un dispendio de recursos económicos y humanos digno de los mismísimos faraones. Como se dice en mi pueblo, "con buen pi... bien se jo..."

Sin embargo, todo ese dinero dilapidado en un boato efímero, se ha ido disipando al mismo ritmo que se ha desinflado el ego del concejal del ramo.

En vez de invertir todos esos recursos en hacer que en Alcantarilla haya más actividad cultural, en vez de apoyar a la banda de música, de generar actividad popular, de favorecer grupos de teatro, grupos musicales jóvenes, ... se ha optado por el pan y circo gratix total para los ciudadanos.

El resultado es que cuando llegan las fiestas de las rebajas, como han sido éstas, les da por traerse a unos cuantos ralladiscos y les pagan poco en comparación con lo que se gastaban antes, pero aún así hasta un céntimo sería demasiado.

Nuestros responsables políticos han convertido las fiestas de este año en un monumento al macarreo, en el botellón consentido a pie de pista, en la bronca como modo de pasarlo bien y la pelea como mayor atractivo.

No se puede hacer peor.

Tendremos que sacar nuestras fiestas adelante. Frente a la austeridad, creatividad; frente a los "fichajes de lujo", producción propia; frente al protagonismo de ningún magno concejal, participación de los barrios y apoyar a las peñas para que hagan de sus actividades un instrumento para animar al resto de los ciudadanos; frente al garruleo, cultura; frente al abuso del alcohol, protagonismo de los jóvenes.

Pero para eso hay que trabajar todo el año y hay que tener vocación de servir a los ciudadanos, y no sé yo si habrá muchas ganas.

miércoles, 9 de mayo de 2012

MONEY FOR NOTHING (o la espiral del dinero)


La acuñación de moneda ha sido uno de los signos de soberanía de una nación. Sólo quien regentaba el estado podía emitir moneda porque ésta era la representación simbólica de la riqueza medida físicamente en toneladas de oro. El oro, en sí mismo, no vale nada. No se come, no abriga. Su verdadera utilidad es por su conductividad para la energía eléctrica o para hacer fundas de muelas y cosas así. Pero no vale lo que realmente se valora.

El oro ya no es lo que respalda la moneda de un país. Ahora es el PIB. ¿Y qué es el PIB? La producción de un país en un año valorado en dinero. ¿Cómo se cuantifica, por lo tanto, la riqueza de un estado? Por el dinero. ¿Qué dinero? El que representa el PIB que se mide en dinero.

El dinero es útil. Es más cómodo cambiar billetes por cosas que cosas por cosas. Volver al trueque, cambiar mesas por gallinas, coches por casas o huevos por jabón resulta engorroso, sobre todo si consideramos que muchos de los productos que adquirimos vienen del extranjero y muchos de los que vendemos van al extranjero.

La utilidad del dinero como instrumento que agiliza el comercio es indudable. Pero se produce un cambio de perspectiva: porque como el dinero resulta útil para adquirir cosas, y como todos queremos más cosas, entonces lo que necesitamos es más dinero.

La consecuencia es que el dinero se convierte en el bien a conseguir y la producción de cosas útiles se lleva a cabo para obtener más dinero. Ya no es éste el que representa a las cosas, son éstas las que representan dinero. Por eso se hace necesario producir cosas cada vez con menos costes económicos para que la ganancia monetaria sea mayor. Para ello se cierran fábricas y se reabren en países más pobres, donde se conforman con una paga inferior y los márgenes de beneficio son mayores.

Pero no basta con eso, porque como lo que vale es únicamente el dinero, el que obtiene más beneficios no es el que produce, sino el que tiene mucho dinero. Sólo por tenerlo y por guardarlo en un sitio te dan más dinero.

En situaciones de crisis, los que tienen el dinero no buscan producir para ganar, sino guardar y esconder lo que tienen y lo guardan en unos sitios que se llaman paraísos fiscales, que son una especie de países que viven de guardar dinero a los ricos.

Pero el siguiente paso es que ni siquiera el dinero existe. Sólo existen señales digitales que representan movimientos de sumas intangibles de dinero que pueden levantar o un hundir un país.

La gente habla de millones de euros como si fueran bolsas de pipas. Yo creo que no existen.

Conclusión, el dinero es un dios falso. Primero porque no es un dios, es un medio. Segundo porque no es nada de verdad, útil, tangible.

Yo devaluaría el euro en un 50%. Verías como emergería el capital oculto en los paraísos fiscales. ¿Pero a que no hay huevos?

No se puede servir a Dios y al dinero.

martes, 1 de mayo de 2012

LA INMORTALIDAD (Vanidad de vanidades)


Conozco a quienes se muestran ufanos de sentarse al lado de una persona a la que consideran importante y luego presumen de ser amigos de…

Conozco a los que se creen importantes porque tienen muchos de esos ufanos que les lavan la oreja con tal de que les den unos minutos o unas horas de gloria, o unos años en un sillón de esos importantes en torno a los que se reúnen tantos ufanos (afanaos, que así se dice en la huerta).

Conozco a los que, llevados por su obsesión por ocupar un cargo en el que sobresalir, hacen planes para poner a su servicio a las personas que verdaderamente valen para ese puesto.

Conozco a algunos que valen que dejan de valer porque asienten gustosos, aunque también conozco a los que se niegan, y aunque incrementan su vaporosa valía, sufren la condena del ostracismo (Exclusión voluntaria o forzosa de los oficios públicos, a la cual suelen dar ocasión los trastornos políticos.)

Conozco a los que se hacen la foto en el momento oportuno, por ejemplo, en una manifestación, aunque sea la primera en la que participan en años.

Conozco a los que hacen las fotos, a los que las celebran, a los que dicen envidiarlos y a los que los envidian.

Conozco a los descarados, los que con tanto desahogo, afirman o niegan proposiciones sin atender a su verdad o falsedad, sino según convenga dependiendo del tiempo, el lugar y, sobre todo, ante quién, contra quién o a favor de quién se dicen.

Todo eso lo conozco, y no tiene otra causa que el afán de eternidad: querer sobresalir, ser importante, ser recordados, sentirse grandes, perdurar en el tiempo, pasar a la historia, incluso después de muertos.

Es cierto que algunos son recordados más allá de su tiempo, incluso durante milenios. Hay quienes se momificaron y legaron sus cuerpos, o sus residuos, a la posteridad.

La Vía Láctea. Hasta ella un día desaparecerá.
Pero por muy larga que sea su pervivencia, no es eterna. Ni siquiera el universo lo es. Al menos eso dice la Teoría del Big Bang.

¿Qué es el flash de una foto, por muy importante que sea el personaje retratado, comparado con  nuestro Sol y con los billones de estrellas que nacen y mueren constantemente?

¿Qué es un discurso aplaudido, qué es un sentarse al lado de alguien “importante”, comparado con la Vía Láctea, y como ella, 100.000 millones de galaxias, generándose y destruyendo en un fluir incesante que un día cesará?

Incluso aunque consiguiéramos perdurar momificados durante miles de años, dentro de unos 4500 millones de años el Sol habrá dejado de alumbrar y la Tierra habrá desaparecido.

Todo es “atrapar vientos” dice Qohelet.

No, la inmortalidad debe consistir en otra cosa. Para mí que los que hacen como he dicho, se desintegran antes que otros, incluso en vida.

Seguiré meditando a ver si encuentro respuestas, seguiré intentado creérmelas.