viernes, 26 de octubre de 2012

LOS BANCOS MATAN



Hoy hemos tenido conocimiento de que un hombre se ha quitado la vida antes de ser desahuciado.

Es la lágrima que colma el vaso rebosante de llantos, de sufrimiento, de angustia por no poder cobrar, por no poder pagar.

Pagar a un banco una cantidad desorbitada, si actualizamos los precios de la vivienda.

Lo que antes costaba cien, hoy vale cuarenta, pero el banco pide ciento sesenta, porque hay que incluir los intereses.

Te quitan la casa con ayuda de la justicia y de la policía y luego te quieren hacer pagar la diferencia entre el precio en el que el banco venderá, que será por cuarenta, y los ciento sesenta.

Te quedas en la calle para ahora mismo y para los próximos veinticinco años.

El banco no es nadie, el banco es una maquinaria automatizada de ganar dinero, porque nunca pierde y si lo hace tenemos que pagarle.

El banco no entiende de personas, para él un desahuciado es un obstáculo eliminable. El banco no ve, no oye, no siente. Sólo calcula.

Cuando encuentra uno de esos obstáculos que no pagan, llama a la justicia y ésta envía a la policía a “fumigar”. Si se encuentran al “enredo” muerto, trabajo que se ahorran.

Pero quienes firman las ejecuciones de las hipotecas son personas que trabajan en el banco; quienes ordenan los desahucios son personas que trabajan en un juzgado; los que van a echar a los “obstáculos” son personas que trabajan con casco y porra.

Si les preguntas uno a uno, te dirán que están asqueados de generar tanto sufrimiento humano. Más de uno se irá a casa con el estómago en la garganta.

¿Cómo es posible que hayamos dado tanto poder a algo que no es nada? ¿Cómo es posible que ese almacén de nuestro dinero nos domine y tiranice hasta el punto de hacernos esclavos para los próximos veinticinco años y que para que no nos quite nuestro dinero tengamos que darle más dinero?

¿Cómo no nos negamos a ejecutar hipotecas, a dictar desahucios, a echar a golpe de porra a los pobres a la calle?

Y todo para que luego todo eso que nos quitan se lo traspasen a un “banco malo” al que se lo venderán por un 15 % de su valor de tasación.

¿Y no sería mejor que renunciaran a los intereses y sólo reclamaran el capital? La cuota se volvería asequible para muchos, y al fin y al cabo no provocarían tanto sufrimiento.

¿Pero hay alguien en el arco parlamentario que tenga cojones a plantear una reforma de la ley hipotecaria?

Hoy, el hombre que ha sido ahorcado con la soga del banco, la silla del juzgado, el empujón de la policía y el silencio de cuantos callamos, ha cargado sobre sus hombros con todos los pecados del mundo: el pecado de la injusticia, de la insensibilidad, de la avaricia, del mirar para otro lado; y no ha podido con ellos.

Ruego a Dios que lo tenga en su seno, que le haga compartir la mesa de los que han muerto por la JUSTICIA, la mesa de los bienaventurados, la mesa de las víctimas y de todos los que se solidarizaron con ellas, la mesa de la comunión de los santos.

Vaya para él, para los que mandan los desahucios y para nosotros la canción de Bob Dylan:

How many times must a man look up
Before he can see the sky
How many ears must one man have
Before he can hear people cry
How many deaths will it take
till he knows
That too many people have died

The answer, my friend, is blowing in the wind
The answer is blowing in the wind

jueves, 4 de octubre de 2012

LA DEMOCRACIA EN JUEGO


Cuando tras la caída del Muro de Berlín y de la antigua URSS George Bush padre dijo “vamos a hacer un nuevo orden mundial”, todos entendimos que se refería a que ya no habría dos sistemas alternativos en lo político y lo económico, y la guerra fría dejaría de existir. Era el culmen del “Pensamiento Único”, el famoso “Fin de la Historia” de Fukuyama y su alter ego pseudo crítico situado en la esquina sin aristas de la “Postmodernidad” que le daba la razón más en una pose estética que de calado filosófico.

Era el triunfo de la democracia liberal frente al Comunismo. Ya desde la Segunda Guerra Mundial el socialismo se había hecho socialdemócrata y nadie con un mínimo de principios defendería en adelante cualquier tipo de dictadura fuera del signo que fuese.

Con todo, la democracia liberal, encarnada en la diversidad de partidos políticos resumida en las tímidas derecha e izquierda y salpicada de pequeñas gotas verdes y rojas de formaciones excéntricas (entiéndase esta expresión en el sentido etimológico: fuera del centro), representaba el valor del pluralismo, de la libertad y de la corrección de desigualdades concretado todo ello en lo que se llamó el “Estado de Bienestar”.

En las sociedades occidentales, decir estado de bienestar era sinónimo de democracia. ¿Cómo pensar en un estado democrático que consintiera que sus ciudadanos no gozasen de educación, sanidad, pensiones, etc.?

Posiblemente ni Bush padre preveía lo que iba a suceder en esta crisis financiera. Crisis que se ha llevado de un plumazo, no ya la justicia social, que no ha existido nunca ni existirá, sino el Estado del Bienestar, y con él la democracia.

Los gobiernos que hemos elegido se ven en la tesitura de gobernar contra el pueblo que los votó y a favor de los que ya son muy ricos porque el poder lo tienen los que se han quedado con el dinero acuñado con nuestro PIB. Por esta tesitura ya han pasado y siguen pasando la mayoría de los países pobres. Por eso sus democracias son tan débiles.
 
Como se verá, si nos quitan el Estado de Bienestar para pagar prioritariamente a los que nos prestan, nos quitan la democracia tal y como la conocemos hoy.

Mientras tanto, los partidos políticos siguen discutiendo como si todo siguiera igual; sus militantes siguen enredados, como siempre, en conspiraciones para ocupar cargos y puestos, como si nada hubiera cambiado.

Las manifestaciones de DRY, 15 M, 25 S son altamente corrosivas porque cuestionan, no sólo el capital, sino el sistema de partidos que, después de habernos conducido al desastre, quieren perpetuarse en el poder aunque sea haciendo lo contrario de aquello para lo que fueron elegidos. La corrosión puede socavar la democracia y abre las puertas a un populismo peligroso.

O los grandes partidos dejan de entretenerse en el simple marketing electoral y en las luchas para ver quiénes ocupan los cargos y se empiezan a dedicar a crear tejido social solidario, a poner al servicio sus maquinarias para fomentar el empleo y la inversión, a abandonar la política del slogan por la formación de los ciudadanos, por la participación abierta, o si no hacen esto nos están poniendo en riesgo a la sociedad civil, que, falta de liderazgos organizados, puede buscar fortuna en experimentos no siempre positivos.

Pero me temo que no: por lo que veo a mi alrededor unos y otros ya están estableciendo posiciones para ver quiénes serán los amos del partido de cara a las próxima elecciones municipales y autonómicas. No han entendido nada y no lo entenderán hasta que suceda algo sonado. En fin, paciencia.