La acuñación de moneda ha sido uno de los signos de soberanía
de una nación. Sólo quien regentaba el estado podía emitir moneda porque ésta
era la representación simbólica de la riqueza medida físicamente en toneladas
de oro. El oro, en sí mismo, no vale nada. No se come, no abriga. Su verdadera
utilidad es por su conductividad para la energía eléctrica o para hacer fundas
de muelas y cosas así. Pero no vale lo que realmente se valora.
El oro ya no es lo que respalda la moneda de un país. Ahora
es el PIB. ¿Y qué es el PIB? La producción de un país en un año valorado en
dinero. ¿Cómo se cuantifica, por lo tanto, la riqueza de un estado? Por el
dinero. ¿Qué dinero? El que representa el PIB que se mide en dinero.
El dinero es útil. Es más cómodo cambiar billetes por cosas
que cosas por cosas. Volver al trueque, cambiar mesas por gallinas, coches por
casas o huevos por jabón resulta engorroso, sobre todo si consideramos que
muchos de los productos que adquirimos vienen del extranjero y muchos de los
que vendemos van al extranjero.
La utilidad del dinero como instrumento que agiliza el
comercio es indudable. Pero se produce un cambio de perspectiva: porque como el
dinero resulta útil para adquirir cosas, y como todos queremos más cosas,
entonces lo que necesitamos es más dinero.
La consecuencia es que el dinero se convierte en el bien a
conseguir y la producción de cosas útiles se lleva a cabo para obtener más
dinero. Ya no es éste el que representa a las cosas, son éstas las que
representan dinero. Por eso se hace necesario producir cosas cada vez con menos
costes económicos para que la ganancia monetaria sea mayor. Para ello se
cierran fábricas y se reabren en países más pobres, donde se conforman con una
paga inferior y los márgenes de beneficio son mayores.
Pero no basta con eso, porque como lo que vale es únicamente
el dinero, el que obtiene más beneficios no es el que produce, sino el que
tiene mucho dinero. Sólo por tenerlo y por guardarlo en un sitio te dan más
dinero.
En situaciones de crisis, los que tienen el dinero no buscan
producir para ganar, sino guardar y esconder lo que tienen y lo guardan en unos
sitios que se llaman paraísos fiscales, que son una especie de países que viven
de guardar dinero a los ricos.
Pero el siguiente paso es que ni siquiera el dinero existe. Sólo
existen señales digitales que representan movimientos de sumas intangibles de
dinero que pueden levantar o un hundir un país.
La gente habla de millones de euros como si fueran bolsas de
pipas. Yo creo que no existen.
Conclusión, el dinero es un dios falso. Primero porque no es
un dios, es un medio. Segundo porque no es nada de verdad, útil, tangible.
Yo devaluaría el euro en un 50%. Verías como emergería el
capital oculto en los paraísos fiscales. ¿Pero a que no hay huevos?
No se puede servir a Dios y al dinero.
Sabes que ando algo "liadita", pero no me resisto a decirte eso de "ME GUSTA"... el miedo a que explote nos paraliza.... seguro que la explosión en sí no sería peor.
ResponderEliminarBs
Mariajo