Hoy he podido oír con mis
propios oídos, cómo en su tono habitual, Valcárcel decía, con un desahogo
extraordinario, que salimos a la calle a protestar porque se aumentan las
ratios profesor-alumno, que nos quejamos porque en una clase de 25 alumnos van
a entrar 26 o 27. Y dice el Sr. Presidente que “la calidad de la educación no
se circunscribe a que haya más alumnos por aula o que los profesores trabajen
dos horas más” y que por ello no se va a resentir el sistema.

La calidad de la educación,
a lo mejor, no se resiente porque el profesorado, en general es muy profesional
y antepone sus alumnos a cualquier otra consideración. Lo que se sí se resiente
es la calidad de la política y de los que nos dirigen.
Valcárcel miente a
sabiendas, porque él ha sido enseñante; Valcárcel ofende a la inteligencia,
sobre todo de los que tienen a sus hijos con dificultades de aprendizaje; Valcárcel
insulta al profesorado a los que quiere convertir en polis de guardería y
cuantos menos mejor; Valcárcel falta al respeto a todos y todas los que se han
manifestado en contra de los recortes compulsivos y mal atinados del gobierno
que él preside.
Y es que el problema reside en que, a base de obtener mayorías demasiado absolutas durante tantos años, su gobierno se ha convertido en un régimen y la democracia que preside, en un totalitarismo paternalista y despótico que ve en la discrepancia a su política una sinrazón o la pataleta de unos hijos desagradecidos. Debería tomarse unas vacaciones.
Y es que el problema reside en que, a base de obtener mayorías demasiado absolutas durante tantos años, su gobierno se ha convertido en un régimen y la democracia que preside, en un totalitarismo paternalista y despótico que ve en la discrepancia a su política una sinrazón o la pataleta de unos hijos desagradecidos. Debería tomarse unas vacaciones.
Haga lo que tenga que
hacer, pero, por favor, no nos tome por tontos.
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