martes, 26 de abril de 2011

EL BOTELLÓN DE LA HUERTA

Ya son bastantes los años transcurridos desde que eso que se llamaba el Bando de la Huerta se convirtió en un macrobotellón por toda la ciudad de Murcia. Personas, mayoritariamente jóvenes (porque los adultos andan de cañas), que provienen de todas las pedanías y pueblos del entorno cercano a la capital e incluso de otras provincias, se reúnen en un ritual sin fuste consistente en calzarse unos zaragüeles, una camisa blanca y una faja, quedar para comprar bebida (más que comida) y a las 11 de la mañana llevar un pedal del quince. A partir de ese instante la secuencia entre beber y mear se repite en cada parque de la ciudad, en cada esquina y en cada rincón: caños interminables, hedores penetrantes hasta el cerebelo, basura a toneladas. Pero, “thío, lo hemos basao de buda madlrlre”.

Luego vienen los poetas de andar por casa que retransmiten el desfile por las cadenas de televisión y se deshacen en elogios (todos acabados en ico) a la huerta y sus costumbres, como si realmente existieran ambas cosas. Un modo de vida que desapareció para que cada uno hiciera lo que le saliera del pijo (expresión huertana) con la tierra que le legaron sus abuelos o para agrandar y agrandar una ciudad que dejó de hablar panocho para pronunciar eses por un tubo, porque lo otro, lo de la miaja, el peaciquio y la pesambre se ha quedado para los perullos de la huerta.

Pero luego también llegan los intelectuales de turno a decirnos que lo de los jóvenes es una protesta contra el orden establecido, un signo de identidad; aquellos que les dicen a los chavales que disfruten el momento y luego les prohíben comprar alcohol sin intermediarios de 18 años, la típica mierda de demagogia progre que a base de criticar los valores tradicionales ha dejado a los jóvenes vacíos.

Desde luego que el Bando de la Huerta es la expresión rotunda de lo que hemos hecho en la sociedad murciana durante décadas: arruinar la huerta o convertirla en ruina; y destrozar a los jóvenes que se pierden en el laberinto de lo inmediato sin perspectivas de futuro. Por mí que lo substituyan por un concurso de ganchillo o por una degustación de paparajotes.

1 comentario:

  1. Una reflexión muy interesante y muy clara. Solo hay que ver como está la huerta, desaparecida bajo toneladas de hormigón que no dejan nacer ni una higuera. Y los jovenes solo piensan en pasarlo bien hoy (como nuestra sociedad no es capaz de ofrecerles otras diversiones, solo saben utilizar el alcohol) porque el futuro no existe para ellos.
    Nota: no estaria mal que aprendieramos a hacer paparajotes y disfrutar con sus ricos sabores en el Bando de la Huerta.

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